Junto a la organización Compasión Colombia y 13 iglesias asociadas, hicimos posible la participación de 75 madres con sus hijas jóvenes en periodo de gestación y lactancia, en el taller de vínculos afectivos para referentes afectivos, el cuál busca fortalecer el cuidado y desarrollo de los niños de primera infancia.
El propósito del programa es fortalecer el vínculo afectivo entre madres e hijas adolescentes en periodo de gestación y lactancia, para transferir conocimientos y herramientas de crianza que garanticen el bienestar de niñas y niños en la primera infancia.
La idea surge de la relevancia que tienen madres, padres, abuelas y abuelos en la infancia y crianza de cada persona, por tanto, ellos poseen el conocimiento para guiar a las adolescentes en el proceso de Crianza; A nivel conceptual se definió que una mamá mentora es una mujer con experiencia en la crianza de hijos, que transfiere sus conocimientos de maternidad a otra mujer que es madre por primera vez y sus diálogos permiten fortalecer las competencias de cuidado de la mamá joven y también desarrollar habilidades de crianza sensible con el bebé.
La relación de mentoría se basa en la confianza y en la capacidad de construir nuevas formas para crecer y fortalecer el proyecto de vida; por ello, dentro de las capacitaciones se abordan 3 ejes fundamentales:
Mentoras y adolescentes aprenden a identificar la importancia de establecer vínculos afectivos sanos en familia, creando consciencia del impacto que tienen estas relaciones en el desarrollo de niñas y niños. Dentro de las reflexiones que surgen en esta etapa encontramos:
1. La forma más efectiva para superar las emociones o situaciones negativas, es el diálogo familiar, desde ahí se pueden ver diferentes opciones frente a una problemática y entre todos lograr la mejor solución.
2. Para sensaciones como el miedo y la vergüenza, es necesario fomentar valores basados en el amor, la confianza y la comunicación para brindarle a los hijos las herramientas necesarias al crecer y sean capaces de enfrentarse y tomar sus propias decisiones frente a situaciones de riesgos a los que puedan ser expuestos.
3. Para emociones como la rabia o la frustración, es prioritario buscar formas de canalizarlas con el fin de evitar enfrentamiento y no herir con palabras y actos a los seres más cercanos.
Se realizan reflexiones con las familias para comprender el tipo de conversaciones que realizan en casa y a partir de ello, se trabaja la competencia d escuchar y la consciencia del habla, fomentando los juicios positivos que posibiliten el fortalecimiento del autoestima en sus hijas y en la planeación de su proyecto de vida.
En esta etapa madres y adolescente reciben herramientas para mejorar este aspecto:
1. Pensar antes de hablar: cómo comunicamos lo que sentimos sin ofender, qué palabras usamos.
2. Preguntar y confirmar si mis pensamientos tienen fundamentos.
3. Mostrar interés, ser paciente y escuchar activamente.
Compartimos con los y las participantes el concepto de proyecto de vida como la orientación y el sentido que una persona le da a su vida y la importancia de la familia y los mentores en su función de acompañar el proyecto de vida.
A manera de conclusión de esta etapa se puede decir que:
1. Si bien algunos de los y las participantes no tienen muy claro que quieren ser sus hijas, están dispuestos a apoyarlas a alcanzar sus sueños.
2. Para que un proyecto de vida sea exitoso es necesario que sea apoyado por la familia y personas más cercanas.
3. Los y las participantes pudieron comprender que desde su rol como mentores son las personas que más pueden aconsejar y guiar la consecución de esos proyectos.