El haber tenido una figura de apego traumática o descuidada generará que nuestro presente esté mediado por esos recuerdos dolorosos del ayer.
Gran parte de lo que somos en la actualidad depende de nuestras experiencias del pasado. El ayer y las interacciones vividas con nuestra familia y otras personas cercanas han esculpido gran parte de la anatomía de nuestra personalidad.
Disponer de un pasado lleno de buenos recuerdos nos hace más libres en nuestro desarrollo. Nos otorga impulso para avanzar en nuestro proyecto de vida, sintiéndonos seguros. Por el contrario, cuando existen unas relaciones dolorosas, frías o ausentes se irrumpe este desarrollo positivo. Es imposible avanzar porque nuestra mirada siempre está puesta en ese dolor del ayer donde se cierne la frustración, el sufrimiento y asuntos sin resolver.
Los estilos de apego y la memoria emocional presentan un vínculo directo porque la calidad del primero determina, en gran parte, nuestro bienestar psicológico. Así, estudios como el llevado a cabo en el Departamento de Psicología y Comportamiento Social, de la Universidad de California, nos señala lo siguiente:
"Los distintos tipos de apego pueden mediar incluso en la calidad de nuestra memoria. Así, y dependiendo de cada uno de ellos, podremos sufrir incluso lagunas y pérdida de muchos recuerdos. En otros casos, la persona vive focalizada en ciertas imágenes de su pasado."
Por tanto, veamos las características de cada estilo de apego y su relación con la memoria emocional.
1. El apego seguro:
Es aquel donde el niño sabe que sus progenitores le ofrecerán aquello que necesita. Confía en ellos porque sabe que son accesibles, que cuando sienta miedo será atendido. Asimismo, si hay algo que define este estilo de apego saludable es que el pequeño se siente seguro para explorar el mundo.
Algo así genera sin duda un arcón de memoria lleno de experiencias felices. Es ese sustrato que da forma a una memoria emocional nutritiva y edificante donde el niño dará paso a un adulto maduro, independiente y seguro de sí mismo capaz de crear libremente su propio presente.
2. El estilo ansioso:
En este caso, tenemos a un niño que desde bien temprano aprende que no puede confiar en sus progenitores. Cuando necesita algo, esas figuras de apego no siempre están disponibles. A veces, muestran cierta afectuosidad, otras se muestran fríos y distantes.
Los estilos de apego y la memoria emocional nos dicen que la persona, en este caso, acaba focalizándose en determinados eventos del pasado. Por ejemplo, el adulto recordará esos instantes del pasado en los que necesitó apoyo o ayuda y no lo recibió, momentos en los que se sintió solo, asustado.
3. El apego evitativo:
En este caso, el apego evitativo aparece cuando un niño asimila, aunque no sea de manera consciente, que su necesidad de cuidados será respondida con indiferencia, cuando no con desprecio. Ello hace que, por término medio, estos niños intenten convertirse en personas emocionalmente autosuficientes.
Gran parte de lo que somos en la actualidad depende de nuestras experiencias del pasado. El ayer y las interacciones vividas con nuestra familia y otras personas cercanas han esculpido gran parte de la anatomía de nuestra personalidad.
Disponer de un pasado lleno de buenos recuerdos nos hace más libres en nuestro desarrollo. Nos otorga impulso para avanzar en nuestro proyecto de vida, sintiéndonos seguros. Por el contrario, cuando existen unas relaciones dolorosas, frías o ausentes se irrumpe este desarrollo positivo. Es imposible avanzar porque nuestra mirada siempre está puesta en ese dolor del ayer donde se cierne la frustración, el sufrimiento y asuntos sin resolver.
Los estilos de apego y la memoria emocional presentan un vínculo directo porque la calidad del primero determina, en gran parte, nuestro bienestar psicológico. Así, estudios como el llevado a cabo en el Departamento de Psicología y Comportamiento Social, de la Universidad de California, nos señala lo siguiente:
"Los distintos tipos de apego pueden mediar incluso en la calidad de nuestra memoria. Así, y dependiendo de cada uno de ellos, podremos sufrir incluso lagunas y pérdida de muchos recuerdos. En otros casos, la persona vive focalizada en ciertas imágenes de su pasado."
Por tanto, veamos las características de cada estilo de apego y su relación con la memoria emocional.
1. El apego seguro:
Es aquel donde el niño sabe que sus progenitores le ofrecerán aquello que necesita. Confía en ellos porque sabe que son accesibles, que cuando sienta miedo será atendido. Asimismo, si hay algo que define este estilo de apego saludable es que el pequeño se siente seguro para explorar el mundo.
Algo así genera sin duda un arcón de memoria lleno de experiencias felices. Es ese sustrato que da forma a una memoria emocional nutritiva y edificante donde el niño dará paso a un adulto maduro, independiente y seguro de sí mismo capaz de crear libremente su propio presente.
2. El estilo ansioso:
En este caso, tenemos a un niño que desde bien temprano aprende que no puede confiar en sus progenitores. Cuando necesita algo, esas figuras de apego no siempre están disponibles. A veces, muestran cierta afectuosidad, otras se muestran fríos y distantes.
Los estilos de apego y la memoria emocional nos dicen que la persona, en este caso, acaba focalizándose en determinados eventos del pasado. Por ejemplo, el adulto recordará esos instantes del pasado en los que necesitó apoyo o ayuda y no lo recibió, momentos en los que se sintió solo, asustado.
3. El apego evitativo:
En este caso, el apego evitativo aparece cuando un niño asimila, aunque no sea de manera consciente, que su necesidad de cuidados será respondida con indiferencia, cuando no con desprecio. Ello hace que, por término medio, estos niños intenten convertirse en personas emocionalmente autosuficientes.
Fuente: https://bit.ly/2UErwXi