Priorizar el regreso a la educación presencial es una cuestión de derechos; millones de niñas, niños y jóvenes se ven excluidos por una virtualidad que no llega a todos y que ha agudizado las problemáticas de abuso y violencia dentro de sus casas.
Con el aumento de casos de Covid-19, el debate sobre el regreso a la presencialidad escolar ha sido aplazado una vez más. Si bien es primordial evitar el contagio y procurar la salud de los niños, expertos enfatizan en la importancia de asegurar también su salud mental y emocional, la cuál está ligada a esos espacios de socialización que encuentran principalmente en las escuelas.
La virtualidad ha agudizado las problemáticas de abuso y violencia contra niñas y niños, ya que muchos de ellos viven en entornos de riesgo que son generalmente mitigados por las instituciones educativas. Del mismo modo, la incapacidad del estado para asegurar una virtualidad democratizada a la que todas las niñ@s y jóvenes tengan acceso, ha engrosado las diferencias entre quiénes pueden acceder a este nuevo modelo de educación y más de 100.000 niñas, niños y jóvenes que se han quedado por fuera de sistema educativo.
Por otro lado, cifras presentadas por la veeduría distrital de Bogotá señalan un incremento en las "conductas suicidas" en menores entre los 4 y 18 años de edad, lo cuál puede ser una respuesta al confinamiento y el incremento de la violencia intrafamiliar; por tanto, para garantizar y preservar la salud mental y emocional de los menores, se debe avanzar en dirección al regreso a las aulas con las medidas necesarias para garantizar tanto el derecho a la educación como el derecho a la salud.
La experta Olga Alicia Carbonell propone esta compleja situación como una oportunidad para que familia, escuela y ministerios de salud y educación se unan en la formación de líderes de cuidado y promoción del autocuidado y el Estado provea los recursos vitales de bioseguridad.
Otra consecuencias de este nuevo sistema remoto, es el incremento de las tasas de desempleo en las mujeres, quiénes en su mayoría están asumiendo el rol de maestras y cuidadoras en casa. Está claro que ni las escuelas ni los docentes estaban capacitados para asumir las tareas de la virtualidad y ahora estás responsabilidades están cayendo sobre los padres de familia, dejando ver la importancia de asumir su corresponsabilidad en el proceso de formación de niñas, niños y jóvenes.
Para profundizar más sobre esta problemática, le invitamos a revisar los siguientes enlaces: