El proceso de tomar decisiones es liberador y formador, porque además de brindar autonomía, dignifica a los niños haciéndoles saber que son personas en igualdad de derechos y capacidades, que merecen ser respetados y tenidos en cuenta al igual que los adultos.
Un objetivo claro que tenemos como padres en el proceso de Crianza, es conseguir que niñas y niños comprendan el mundo y sean capaces de desenvolverse con autonomía en él, esto implica aprender a tomar decisiones correctas y conscientes; pero para aprender a decidir, no solo basta con tener la información para hacerlo, además necesitas crear un criterio propio basado en principios morales, éticos, emocionales y racionales. De ahí que resulte una tarea compleja.
Entonces ¿Cómo les ayudamos a crear ese criterio propio? - En primer lugar es necesario que permitas que niñas y niños decidan, parece algo muy obvio pero la realidad es que como padres vivimos con el miedo constante a permitir que nuestros hijos fracasen o aun peor: que se vean lastimados por esas decisiones, por esta razón, muchas veces preferimos decidir por ellos y evitar los daños colaterales. ¡FATAL ERROR!
Si el niño o niña nunca toma decisiones, no puedes esperar que aprenda a ser responsable de sus acciones o que aprenda a gestionarse con autonomía, básicamente porque no puede decidir sobre él mismo y aprenderá a responsabilizar a otros por todo lo que le ocurra. Ahora, tampoco se trata de que le permitas actuar bajo su parecer porque los niños aún no tienen la autonomía moral o racional para tomar decisiones del tipo: "Me tomo el medicamento o no", "voy al colegio o no quiero estudiar más", "las verduras no son para mí"- estas son decisiones que todavía te corresponden como padre. Sin embargo, sí pueden ir tomando pequeñas decisiones como elegir su horario de tareas, decidir qué tipo de ropa quieren utilizar hoy o si les gusta quedarse en casa de los abuelos o no.
Como toda decisión tiene una consecuencia, como padre tienes la responsabilidad de alertar a tu hijo sobre los beneficios o riesgos de una decisión, pero en el ejercicio es importante que aprendas a respetar sus decisiones independientemente del resultado, porque en el error hay también un aprendizaje.
Aprender a decidir correctamente es un ejercicio de prueba y error que vamos puliendo con los años y la experiencia, pero los principios sobre los que basemos nuestro criterio al momento de decidir se construyen desde la infancia y nos acompañarán a lo largo de la vida, por ello, desde la crianza debemos enseñar a tomar decisiones a partir de tres criterios fundamentales:
Enseña a tu hijo a ver a los otros como iguales y a respetar y valorar sus sentimientos tanto como los propios. Con esto, aprenderá a decidir a partir de la reflexión: ¿Qué va a sentir el otro con esta reacción mía? ¿Cómo me sentiré yo después de que haga esto? ¿Me gustaría que me hicieran esto a mí?
Aquí la relación que tengan en casa, la fuerza de los vínculos afectivos que hayan construido y la calidad de la comunicación en familia, van a jugar un papel fundamental porque los niños necesitan educarse en valores, esto significa que te corrijan con respeto, que en casa siempre digan la verdad, que los conflictos se solucionen asertivamente, entre otros aspectos que les dicen a los niños cuáles son los valores importantes que deben tener en cuenta para actuar: ¿Estoy actuando de acuerdo con los valores que aprendí en casa? ¿Esto que hago va en contra de lo que me enseñaron?
Este punto está muy relacionado con la forma en que establecemos límites en casa, en hacer que estas reglas se cumplan y cooperar entre todos para conservar la armonía en el hogar. De acuerdo con esto niñas y niños actuarán con base en: ¿Qué consecuencia tendré con esta acción? ¿Esta decisión es beneficiosa para mí? ¿Lo que hago está bien?
Finalmente y no menos importante, es el ejemplo que como padres o adultos les damos a los niños en cuanto a la forma en que decidimos, para ello conviene preguntarse si tomas decisiones viscerales o racionales, si asumes las consecuencias de las elecciones que tomas, si eres responsable a la hora de decidir o si tienes un criterio moral para actuar. Recuerda que ejercemos un efecto espejo sobre los niños y será más difícil explicar lo negativo de un comportamiento si tú lo aplicas en tu vida.
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