Las palabras positivas tienen una repercusión directa en el funcionamiento del cerebro, haciéndole más receptivo y tolerante a la frustración; su uso es fundamental en la educación de jóvenes y niños, ya que promueve la autonomía, fortalece la autoestima y fomenta la cooperación.
La crianza y educación de los hijos puede tornarse compleja y desgastante en algunas situaciones, llevando a padres y educadores a perder el control por completo; sin embargo, se debe trabajar por encontrar estrategias que faciliten la comunicación y cooperación con niñ@s y jóvenes, sin olvidar educar siempre desde el respeto y el ejemplo.
En este sentido, es fundamental reconocer el poder del lenguaje en la transformación y programación del cerebro, a través de las palabras se puede cuidar y crear bienestar en las personas; por ello, aprender a emplear el lenguaje positivo con los hijos, es una estrategia clave para garantizar una crianza sin maltrato que empodere las relaciones y vínculos afectivos en familia.
Emplear el lenguaje positivo ayuda a nin@s y jóvenes a ser más seguros e independientes ya que las palabras con una alta carga positiva estimulan la alegría,la energía, la ilusión y la risa; mientras que el lenguaje negativo genera sensaciones como miedo, angustia, frustración, vergüenza o enfado. Muchos padres emplean los gritos como un mecanismo que les permite tomar el control de la situación, ignorando el terrible efecto que esto tiene en la salud mental y emocional de sus hijos. Según la psicóloga Piedad Gónzalez Hurtado, Master en psicología clínica y de la salud, "puede ocasionar un daño importante en el cerebro y en el desarrollo neurológico, lo que puede desencadenar en desequilibrios emocionales importantes", esto se debe a que al gritar activamos el sistema de alerta encargado de responder ante el peligro, ocasionado la liberación de cortisol (hormona del estrés que tiene como finalidad poner las condiciones físicas y biológicas necesarias para huir o pelear.
Para evitar esta situación, les proponemos cuatro estrategias de autocontrol:
1. Reconoce que gritar es perder el control.
2. Identifica aquellos pensamientos que producen la ira, para que logres controlarlos y establecer empatía.
3. Busca una distracción que enfoque la energía de la ira hacía otra actividad.
4. Pide ayuda si lo necesitas, len algunas ocasiones las situaciones se salen de nuestras manos y está bien que necesitemos orietanción.
El increíble poder que tiene el lenguaje positivo dentro de la crianza es el valor introspectivo que otorga en las personas, ya que los lleva a analizar sus propias rutinas y conductas, reflexionando sobre sus acciones y las relaciones con los demás. Por ejemplo, si vemos que uno de los niños está pintando en las paredes, en lugar de reprimir este impulso de pintar, debemos orientarle para que lo realice adecuadamente, podemos decir: "Me parece una excelente idea que coloreemos, ¿Quieres hacerlo en un cuaderno o en una cartulina?" de modo que, el lenguaje positivo busca reorientar las conductas para potenciar al máximo las capacidades de las personas.
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Para entrenar el uso del lenguaje positivo se puede iniciar con la creación de un pequeño diccionario de palabras y frases que tengan un alto valor positivo, por ejemplo, se puede identificar una frase negativa que empleen con regularidad y buscar palabras positivas que sean equivalentes con lo que se quiere expresar para reemplazarlas. También le sugerimos implementar estas tres acciones en su vida diaria:
> Reemplace el "No" por el "Sí" - Si el niño o niña hace una rabieta porque quiere comer pizza para desayunar, en lugar de decirle "No puedes comer pizza para el desayuno" mejor dile: "La pizza es una deliciosa idea para la cena pero para el desayuno necesitamos algo más nutritivo y ligero ¿quieres fruta o avena?" Así le das la posibilidad de elegir y de comprender cuáles son las posibilidades adecuadas.
> En lugar de negarse, proponga: Si tu hijo quiere ver películas y estás demasiado ocupado para ello, en lugar de negarte, hazle saber que es una idea que te parece muy buena y que lo harán cuando termines tus labores o cuando vuelvas del trabajo el sábado.
> Proporcione tiempo para pensar: cuando sientas que tus hijos no responden a lo que les estás diciendo o pidiendo, mantén la calma, no olvides que ellos necesitan tiempo para procesar tu mensaje y saber cómo responder, pueden incluso necesitar más tiempo que tú. Procura no levantar la voz y repetir tu solicitud una vez más, seguro que encontrarás una respuesta positiva.