Los cambios son inherentes a la vida misma y los experimentamos en todas las etapas de nuestra vida, por ello, aprender a afrontarlos con optimismo y resiliencia es decisivo en el desarrollo pleno de todo ser humano; esta habilidad debe entrenarse desde la infancia y reforzarse durante la adolescencia, pues es una etapa de muchos cambios importantes.
Los cambios son naturales en la vida de todo ser humano y principalmente en la vida de niñas y niños, que se encuentran en un proceso evolutivo constante, en el que entender y manejar los cambios no siempre es sencillo.
Así como las rutinas nos brindan seguridad y estabilidad, el cambio produce miedo y nos coloca en un estado de alerta que si no se gestiona correctamente puede ocasionar problemas emocionales o retrocesos en el desarrollo de los niños, por ejemplo, un niño que cambia de colegio puede comenzar a tener un bajo rendimiento escolar o a hacerse pipi en la cama. Entonces, ¿Cómo ayudamos a los niños a afrontar los cambios?
Para hacerlo, debemos ayudarles a entender que el cambio es una oportunidad, verlo como algo positivo les ayudará a vencer el miedo y la ansiedad que esto les produce y además, si les brindamos una orientación sobre cómo aprovecharlo, mitigaremos la sensación de incertidumbre e inseguridad porque se sentirán más preparados a la hora de afrontarlo. Lo primero es que identifiquemos cinco etapas fundamentales que ocurren durante un cambio:
1. La llamada: ¿Qué es lo se está pidiendo de mi?
Algo que ocurre que puede ser inesperado o esperado, pero que modifica la rutina diaria del niño o niña. Puede ser un cambio de colegio, la separación de los padres o un nuevo bebé en camino.
Lo importante en esta primera fase es que el niño o niña aprenda a preguntarse ¿Qué es lo que puede aprender de este cambio? ¿Qué le aporta esto nuevo que está experimentando? y evitar las preguntas negativas o angustiantes del tipo ¿Por qué me está pasando esto a mí?
2. Negación: ¿Qué papel has desempeñado tú en esto?
Cuando se está afrontando el cambio, es normal tener un periodo de adaptación en el que culpamos a todo lo que sea diferente, entonces si el niño ingresó a un nuevo colegio y su rendimiento ha disminuido, probablemente culpará al profesor o sentirá que es culpa del modo en el que le enseñan porque es diferente a lo que estaba acostumbrado.
En este punto lo esencial es enseñarles a asumir la responsabilidad, es decir, los cambios por sí solos no generan resultados, son las acciones que tomamos las que provocan esos resultados. Entonces conviene que te preguntes ¿Qué podrías haber hecho de otra forma? ¿Cómo puedes adaptarte a esto nuevo? - con esto trasladamos el enfoque hacía ellos mismos, hacía un análisis de sus capacidades, deseos, fortalezas.. que les permitan tomar el control de la situación.
3. Miedo: el miedo es natural.
Una vez se asume la responsabilidad dentro del cambio y dejamos de culparle por lo que nos ocurre, es normal que exista miedo e inseguridad porque aparecen reflexiones del tipo: si me va mal en el colegio y el cambio de colegio no tiene la culpa, entonces la culpa es mía. ¿No voy a ser capaz? ¿No estoy en el lugar correcto? ¿No podré recuperar la normalidad que tenía?
En esta fase lo ideal es hacerles ver que el miedo es un sentimiento normal al que van a tener que enfrentarse, pero que no debe condicionarles ni limitarles. Para ello, es fundamental enseñarles a gestionar sus emociones asertivamente.
4. El desierto: sentimiento de frustración
Aparece entonces un sentimiento de frustración en consecuencia a esa experiencia previa que tenemos con el miedo y nos invaden pensamientos como: "no soy capaz" " No podré con esto" "Me siento perdido" , hacen parte de esta fase que es además la más complicada pero también la más importante, porque lo que no aprendes en el éxito, lo aprendes desde el error.
Cuando te sientes en ese momento desolado tienes la disposición para desprenderte de hábitos, de pensamientos, de ideas.. etc. Es allí, donde como padres y cuidadores debemos acercarnos y preguntar ¿Qué puedes dejar de hacer y qué puedes empezar a hacer para afrontarlo? ¿De qué te puedes desprender?
5. Resiliencia: ¿Qué puedo empezar a hacer?
Una vez exista la voluntad de desprenderse y encontrar nuevos caminos, llegamos al punto optimo de este proceso porque los niños empiezan a ver en el cambio oportunidades, alternativas e ideas para explorar. Así deja de ser un evento catastrófico y se convierte en algo positivo que les empodera y les ayuda a conocerse mejor.
En este punto conviene ayudarles a formularse preguntas como ¿Qué herramientas puedo usar? ¿En quién me puedo apoyar?
Recuerda que es fundamental que niñas y niños vean primero este efecto en los adultos que les rodean, porque si están viendo que somos adultos que perdemos el control ante cualquier cambio, que no somos capaces de reponernos a las adversidades o que difícilmente encontramos alternativas a los problemas, pues será complejo para ellos afianzar esta habilidad.